Federica Chiuch, residente veneciana y guía turística profesional, recorre con multitud de visitantes los lugares emblemáticos de Venecia. Cuando llega a la Plaza de San Marcos, donde se encuentra la catedral y el antiguo palacio de gobierno, le resulta difícil encontrar un lugar tranquilo donde detenerse.
“Entre mayo y octubre la plaza siempre está abarrotada”, explica. “Es difícil abrirse camino y hablar con el constante ruido de fondo”.
Durante las últimas 3 décadas, Venecia se ha convertido en una de las víctimas más notables del sobreturismo. Actualmente, la ciudad recibe a unos 30 millones de visitantes al año, muy por encima de los 50.000 residentes que realmente la consideran su hogar. Y más de dos tercios de los visitantes vienen sólo por un día.
Este mes, las autoridades municipales de Venecia anunciaron planes para combatir estos problemas con una medida controvertida: cobrar a los turistas una tarifa de entrada de 5 euros. Esto convertirá a Venecia en la primera ciudad del mundo en hacer pagar a los visitantes la entrada a sus instalaciones.
Además de hacer la vida desagradable tanto para los residentes como para los turistas, el exceso de turismo está ejerciendo presión sobre la infraestructura de la ciudad.
Al igual que en lugares como Lisboa o Barcelona, está provocando que los venecianos se muden debido a la falta de viviendas asequibles, ya que los propietarios redirigen los alquileres a largo plazo hacia estancias cortas y con altas ganancias.
Pero Venecia, una ciudad construida sobre el agua, enfrenta aún más riesgos.
La explosión turística ha aumentado el número de barcos en los canales de la ciudad, provocando olas que están erosionando los cimientos de los edificios centenarios de Venecia.
Hace 2 años, el gobierno italiano prohibió a los cruceros atracar dentro del centro de la ciudad, en parte debido al daño que estos grandes barcos causan a los edificios y al fondo marino.
El pasado agosto, la Unesco amenazó con incluir a Venecia en su lista de sitios del Patrimonio Mundial que están en riesgo debido a los “insuficientes esfuerzos” para preservar la ciudad. Estaba claro que había que hacer algo.
En 2019, el gobierno italiano aprobó una propuesta presentada por el gobierno municipal de Venecia para la introducción de una “tasa contributiva de entrada” de 5 euros para quienes visitan la ciudad solo durante un día.
El objetivo es hacer que algunos turistas se replanteen su viaje y la idea está inspirada en parte en las pequeñas islas italianas, como Ponza, que cobran una tarifa de desembarco.
Durante la pandemia, la propuesta se olvidó pero recientemente ha recibido un impulso y a partir de la primavera de 2024, el gobierno municipal de Venecia aplicará la nueva tasa durante un período de prueba.
De acuerdo con Simone Venturini, el concejal de Turismo de Venecia, esta prueba permitirá a los responsables políticos experimentar con el impuesto, con el objetivo final de hacerlo permanente.
Venecia seleccionará 30 fechas, a partir de la primavera de 2024, para aplicar la entrada.
Aún no se han anunciado, pero coincidirán con los períodos pico de turismo para disuadir a la gente de venir durante los días particularmente llenos.
“Probaremos la tarifa durante los días de mayor afluencia de viajes, como el fin de semana de Pascua”, dijo Venturini.
Se aplicará a los visitantes que vengan a Venecia durante el día y sólo afectará al centro histórico de la ciudad (excluyendo islas cercanas como Murano).
Según una lista de reglas publicada por el gobierno local, las categorías exentas incluyen visitantes que pasan la noche, residentes de Venecia y de la región del Véneto en general, familiares de residentes locales, personas que vienen por motivos de trabajo o voluntariado, estudiantes matriculados en las universidades de Venecia, atletas que visitan Venecia para eventos deportivos y menores de 14 años.
Los visitantes deberán registrarse en una web que se lanzará próximamente y pagar la tarifa de 5 euros.
El portal generará un código QR descargable que certificará que se ha pagado la entrada y será aplicado por las autoridades locales que controlarán aleatoriamente a las personas y les pedirán que muestren el código.
Si las autoridades detienen un turista que no tiene el código, puede pagar en el acto.
Incluso las personas que están exentas de pagar, como los residentes de la región del Véneto, deberán registrarse.
De esa manera, las autoridades podrán tener una mejor idea de cuántas personas vienen en un día determinado y ajustar servicios -como la eliminación de residuos- en consecuencia.
Durante el primer año, los fondos recaudados se utilizarán para financiar el sistema informático y las comprobaciones de códigos QR por parte de las autoridades locales.
“Nuestro principal objetivo por ahora es crear un sistema de reservas y un conjunto de incentivos para disuadir a la gente de venir en los días pico“, dijo Venturini.
Los turistas de un solo día representan dos tercios de todos los visitantes y se componen en su mayoría de grandes grupos, pasajeros de cruceros y personas que llegan de la región circundante de Veneteo.
Según Davide Bertocchi, profesor de geografía del turismo en la Universidad de Udine, los excursionistas no tienen mucho valor económico para Venecia, pero ejercen una presión significativa sobre su infraestructura.
Como explicó Bertocchi, estos grandes grupos suelen seguir un itinerario estándar de tres a cuatro horas centrado en lugares emblemáticos como la plaza de San Marcos y el puente de Rialto, creando una congestión insostenible en las pequeñas calles y puentes de 1.000 años de antigüedad.
La mayoría de las veces, no gastan dinero en visitar iglesias o museos, ni en comprar o comer en establecimientos de propiedad local.
Por el contrario, los visitantes que pasan la noche gastan más dinero en alojamiento y comidas.
Además, ya están sujetos al impuesto turístico de Venecia, una tarifa que se paga directamente a su alojamiento y que se utiliza para financiar el mantenimiento del servicio turístico de Venecia y la preservación de su patrimonio cultural.
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