“Los argentinos demostraron que no quieren volver al modelo del fracaso”. Era la conclusión que sacaba el presidente Javier Milei tras obtener un contundente y sorpresivo resultado en las elecciones legislativas del domingo, vistas tanto para él como para la oposición como un plebiscito a sus dos años de Gobierno y de polémicas reformas. Mejorando todos los pronósticos, el mandatario ha salido fortalecido de unos comicios marcados por una tasa de abstención histórica y por la intromisión del estadounidense Donald Trump, que amenazó con cortar la ayuda al país si su gran aliado en Sudamérica no salía victorioso.
Milei ha ganado en 16 de las 24 provincias de Argentina, entre ellas algunas con gran peso y simbolismo, como Buenos Aires, un histórico bastión peronista. Su partido, La Libertad Avanza, se impuso con el 41% de los votos y ha pasado de 37 a 93 escaños en la Cámara de Diputados y de seis a 19 en el Senado. Al mandatario ultraderechista le ha beneficiado que el descontento con sus políticas haya resultado en un aumento de la abstención. La tasa de participación se situó en el 67%, la más baja de la historia de la democracia en el país, donde el voto es obligatorio según la Constitución, que contempla multas y sanciones administrativas.
“Cuando ganan este tipo de partidos, ubicados en el espectro de la ultraderecha, en general se observa ese desengaño con el sistema democrático y esa desafección con participar“, explica a RTVE.es el analista internacional Franco Delle Donne, experto en autoritarismos y autor de ‘Epidemia Ultra’. En la oposición argentina, apunta, no existe “un proyecto alternativo claro”, más allá del peronismo o del descontento con lo que hace Milei, que amalgama ese sentimiento.
La derrota del peronismo y la falta de alternativas en la oposición
Ciertos sectores que podrían haber liderado un voto de castigo, “han preferido no apoyar al Gobierno sin plantear el voto positivo a una alternativa, y simplemente se han quedado en casa”, añade el analista. En la misma línea se pronuncia la investigadora senior para América Latina en CIDOB, Anna Ayuso, que subraya lo “debilitada” que sale la oposición peronista de unos comicios que se celebraban solo dos meses después de protagonizar una aplastante victoria en Buenos Aires.
Esos comicios fueron “una señal de alarma para muchísima gente que en esa elección local no votó y que sí se movilizó” el domingo para expresar su rechazo hacia el peronismo, ha explicado a RNE la corresponsal del diario argentino Clarín, Marina Artuso. La “gran pregunta”, dice, es hasta qué punto este “sorpresivo” resultado “es un apoyo sincero y claro a la gestión del Gobierno Milei”, que llegaba a estas elecciones acorralado por la corrupción. “No es un rechazo a la posibilidad de que vuelva el principal partido de la oposición”.
Aunque Milei haya acortado el déficit fiscal, lo ha hecho a un “alto costo” y las buenas cifras macroeconómicas, dice Artuso, “no permean en la sociedad”. El Gobierno impulsó un amplio paquete de reformas que incluye recortes en el gasto público, privatizaciones y una apertura comercial agresiva que ha despertado el rechazo de gran parte de la sociedad. Ahora, pese a que no ha alcanzado la mayoría absoluta, sí ha conseguido fortalecer su Gobierno, que hasta el momento había avanzado a golpe de decreto (esquivando la votación parlamentaria) y del veto presidencial.
“No tiene mayorías para poder aprobar las leyes que quiera, pero se acerca mucho a que los vetos que el presidente decida respecto de propuestas del Parlamento no sean automáticamente rechazados”, explica Artuso.
Tras los comicios, comenta Delle Donne, “el juego político se le facilita y, de alguna manera, se legitima“. Al gobernar mediante decretos y vetos “se pierde legitimidad democrática y con el tiempo se genera la sensación de una tendencia autoritaria que no acepta ningún tipo de discusión. Y en este sentido, Milei gana. También en lo práctica, al poder sacar ese tipo de medidas adelante y desde ya tener un triunfo electoral que facilite las negociaciones. Ya no está negociando desde la debilidad”, afirma.
La intervención del Gobierno estadounidense
Donald Trump fue uno de los primeros en felicitar a Milei el domingo. “Nuestra confianza en él ha sido justificada por el pueblo argentino”, dijo dos semanas después de amenazar con que si su aliado en América Latina perdía estos comicios, su Gobierno no iba a ser “generoso” con su país. “Si gana, nos quedaremos con él, si no, nos vamos”, dijo el mandatario republicano tras recibir a su homólogo argentino en la Casa Blanca.
El líder republicano recalcó que Estados Unidos “no tiene por qué” ayudar a Argentina, ya que no les iba a suponer “una gran diferencia”. Sin embargo, el líder estadounidense ve a su homólogo argentino como un “muy buen amigo” al que brindar su “apoyo absoluto”. De hecho, en los últimos meses, Buenos Aires y Washington han negociado un paquete de ayudas financieras —que EE.UU. se niega a calificar de “rescate”— que se materializaron la semana pasada. Apenas seis meses después de pactar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un préstamo de 20.000 millones de dólares, Argentina y EE.UU. acordaron un auxilio financiero que ascenderá a 40.000 millones.
Las palabras de Trump no han caído en saco roto y los inversores enseguida entendieron su mensaje. En términos económicos, el triunfo electoral de Milei ha tenido una reacción inmediata en la economía: la bolsa de Buenos Aires ha cerrado con un alza del 21,78%, en un escenario en el que se ha vivido una apreciación del peso argentino del 3,03%.
Delle Donne asegura que “no es raro” que Estados poderosos intenten tener injerencia sobre países más pequeños y que “en algún punto lleven a cabo acciones para beneficiar una política u otra”. “Lo que llama la atención en el caso de Donald Trump es que fue muy evidente esa influencia. En general, esto se hace del lado diplomático con medidas indirectas, acciones que no son tan explícitas”, expone el analista.
La postura de Trump, añade Delle Donne, “habla de la necesidad de EE.UU. de posicionarse en la región respecto de la injerencia cada vez más grande en términos económicos que tiene, por ejemplo, China, pero también de reforzar una imagen política de red fuerte entre visiones políticas similares, en este caso el trumpismo y la idea paleolibertaria de Javier Milei”. Movimientos de la ultraderecha global que son “menos articulados y ordenados de lo que parece”, pero que “saben comunicarlo como tal” y se muestran como “el futuro de la política”.
Además, demuestra “el impacto que puede tener en una sociedad, que una potencia mundial haga ciertos llamados o envíe determinados mensajes para generar una situación de posible de desestabilización”. “Nuestras Naciones nunca debieron dejar de ser aliadas. Nuestros pueblos quieren vivir en libertad”, le dijo Milei a Trump como respuesta a su mensaje de agradecimiento en una publicación en X en la que le pedía que contara con él “para dar la batalla por la civilización occidental”.
Milei, “el hombre de Trump en América Latina”
Trump está “jugando fuerte con aquellos presidentes que le son afines“, explica Ayuso, que menciona que Argentina es el “exponente máximo” de este fenómeno y que Milei “es un poco su hombre, por así decirlo, en América Latina, en un país de importancia”. También cuenta con la amistad de Nayib Bukele, en El Salvador, y con la de Daniel Noboa, en Ecuador, pero el líder argentino se sitúa como un peso pesado, sobre todo frente a los últimos desencuentros con los líderes de países como México, Brasil, Venezuela o Colombia.
El presidente estadounidense busca recuperar la influencia de su país en la región y volver a ganar “cierto peso que había perdido durante muchos años”, subraya la analista, que recuerda los vínculos comerciales pasados entre Pekín y Buenos Aires. Se trata del “apoyo a un proyecto político” con el que busca “un efecto en cadena en otros países”, señala Ayuso.
“El hecho de tener un amigo, como él le llama, que ganó una elección con contundencia y, además, inesperadamente, porque ninguna encuesta contemplaba un resultado tan contundente refuerza su narrativa del tren del ganador”, comenta Delle Donne. Ahora Trump puede decir: ‘Yo apuesto por el ganador y yo sé quién va a ganar y quién no’. “Y hasta te diría que posiblemente le escuchemos decir que ganó gracias a él”, añade.
Los polémicos recortes de Milei han logrado rebajar la inflación desde el 209% registrado hace un año, hasta el 31,8% del pasado mes de septiembre, pero todavía quedan muchas promesas por cumplir en esta y otras áreas. “Aún quedan pendientes las grandes reformas, la reforma fiscal, la reforma laboral o la reforma de las pensiones y para eso necesita negociar”. Ahora bien, “aunque él es consciente que tampoco tiene todas las mayorías que necesita, ahora negocia desde una posición de mucha más fuerza“, concluye Ayuso.



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